22.2.13

Gracias a Dios, pensó. Las hojas del viejo roble se movieron en respuesta a través de la ventana. Dió un suspiro breve y se incorporó en la silla. Una parte de él mismo se comunicaba con él a través de su computadora. El sonido del teclado era lo único que rompía el silencio en el cuarto. Tanto había esperado ese momento.. de vez en cuando paraba de escribir para contemplar la iluminada pantalla y leer las respuestas con tal vez demasiadao detenimiento. La extrañaba tanto..los meses habían pasado sumamente lentos y las ganas de volver a verla lo invadían. Quería sentir su respiración acompasada a la de él y sin escuchar otra cosa más que su corazón. Sentirla viva.

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