14.6.20

Hacé ruido de lo quieto

Me acuerdo que le buscabas las manos a las personas mientras les hablabas. Tus ojos redondos y negros, como los de un animalito, penetraban curiosos o divertidos, a veces duros, casi siempre brillantes. Te gustaba hacer crujir los dedos de los demás, arrancar sonido de la mano indefensa entre las tuyas. Tus mejillas todas coloradas y la sonrisa amplia "¿Se besaron?" Toda charla con vos terminaba en una confesión romántica. Me llevabas aparte y, por un ratito, no eras más que una nena curiosa, indagando sobre los sentimientos de su amiga, como en la escuela. Ese día que no me levanté a saludarte, tendría que dejarlo ir. Tendría que soltar. Quedarme en ese momento de confesión, en los secretos con las manos agarradas ¿Cómo hacías para tener el pelo etéreo como muñeca? Chau, dijiste, nos vemos. Agarrame la mano. Hacé ruido de lo quieto. Sabías que no me gustaba eso, pero ahora, te perdono. Seis AM, dos días seguidos, esos dos días de mierda después. Hiciste sonar el palo de lluvia de mi pieza y yo no creo en nada. No creo en nada y vos lo sabías, pero sabés que dije que ahora sos un ángel. Perdón. Pero quería que fueses algo. Creo que te gustaría. Tengo muchos secretos para vos, tengo otros amores y siento que pasaron años. PASARON años. Aunque sea el palo de lluvia, dale. 

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